Cuando una adicción pone tu vida ‘en juego’
Pablo González Herrero · Asociación de Jugadores Rehabilitados Miguel Delibes
Pablo González Herrero, vicepresidente de Jugadores Rehabilitados.
eldiadevalladolid.com
Redacción
El sueldo me duraba día y medio». Tras años siendo un jugador patológico, Pablo González Herrero (Valladolid, 1974) es ahora el vicepresidente de la Asociación de Jugadores Rehabilitados Miguel Delibes de Valladolid. Un centro por el que, tal como reconoce el joven, han pasado desde empresarios y deportistas a empleados cuya nómina desaparecía de su cuenta bancaria con la misma celeridad con la que parpadean las lucecitas de una ‘tragaperras’.
Tras ocho años integrado en la asociación, Pablo echa la vista atrás y reconoce que sus problemas con el juego afloraron al resto del mundo tras una importante deuda económica. «Debía 15 millones de pesetas. Igual que hay gente que tiene una hipoteca yo contraí una deuda que sigo pagando». El joven regentaba un negocio de hostelería, que perdió, y su por entonces «mente fantasiosa» le convirtió en una personas cerrada, soberbia y rodeada de un «mundo de mentira». Sus padres, aquellos a los que su enfermedad hizo que los engañara asiduamente, han sido los que le han respaldado económicamente, sin embargo, en el proceso de deshabituación a su condición de jugador compulsivo ha desempeñado un papel decisivo la asociación Miguel Delibes. «Nadie le tiene miedo al juego. Y menos ahora, con la proliferación de diversas modalidades a través de internet», señala Pablo. La crisis también está haciendo que proliferen estos casos, ya que cada vez hay más familias a las que les cuesta llegar a fin de mes y creen que a través del juego van a encontrar la solución a sus problemas.
«No es sólo el juego. La ludopatía está muy unida al alcoholismo, por eso la salida es un proceso muy complicado, la gente llega muy destrozada, física y psicológicamente, y las terapias son decisivas», desvela. Tanto el equipo técnico de la asociación como los propios enfermos y familiares son los encargados de ello. Una iniciativa pionera en el tratamiento de los enfermos, porque «nadie conoce mejor los problemas del juego, que un jugador». En la actualidad, la Asociación de Jugadores Rehabilitados atiende a 120 enfermos; de ellos, 22 jóvenes. «Hace ocho años, cuando yo llegué, éramos tres...».
Tras ocho años integrado en la asociación, Pablo echa la vista atrás y reconoce que sus problemas con el juego afloraron al resto del mundo tras una importante deuda económica. «Debía 15 millones de pesetas. Igual que hay gente que tiene una hipoteca yo contraí una deuda que sigo pagando». El joven regentaba un negocio de hostelería, que perdió, y su por entonces «mente fantasiosa» le convirtió en una personas cerrada, soberbia y rodeada de un «mundo de mentira». Sus padres, aquellos a los que su enfermedad hizo que los engañara asiduamente, han sido los que le han respaldado económicamente, sin embargo, en el proceso de deshabituación a su condición de jugador compulsivo ha desempeñado un papel decisivo la asociación Miguel Delibes. «Nadie le tiene miedo al juego. Y menos ahora, con la proliferación de diversas modalidades a través de internet», señala Pablo. La crisis también está haciendo que proliferen estos casos, ya que cada vez hay más familias a las que les cuesta llegar a fin de mes y creen que a través del juego van a encontrar la solución a sus problemas.
«No es sólo el juego. La ludopatía está muy unida al alcoholismo, por eso la salida es un proceso muy complicado, la gente llega muy destrozada, física y psicológicamente, y las terapias son decisivas», desvela. Tanto el equipo técnico de la asociación como los propios enfermos y familiares son los encargados de ello. Una iniciativa pionera en el tratamiento de los enfermos, porque «nadie conoce mejor los problemas del juego, que un jugador». En la actualidad, la Asociación de Jugadores Rehabilitados atiende a 120 enfermos; de ellos, 22 jóvenes. «Hace ocho años, cuando yo llegué, éramos tres...».
